La pobreza energética es la incapacidad de un hogar para acceder a servicios energéticos modernos, seguros, limpios y asequibles necesarios para satisfacer sus necesidades básicas. Va más allá de la simple falta de conexión eléctrica; es un fenómeno multidimensional que abarca la dificultad de satisfacer necesidades domésticas de energía de manera adecuada, impidiendo participación efectiva en la sociedad.
En contexto de países en desarrollo como Perú, la pobreza energética se caracteriza por dos dimensiones principales: problemas de acceso a fuentes de energía modernas (electricidad, gas natural, GLP) versus dependencia de combustibles contaminantes; e insuficiente calidad energética de viviendas con deficiente aislación térmica. En países desarrollados, la dimensión predominante es el sobreesfuerzo económico —incapacidad de asumir el costo de facturas energéticas—, mientras que en países en desarrollo como Perú, la falta de acceso es el problema primario.
El Tribunal Constitucional peruano ha reconocido el acceso a la energía eléctrica como derecho social no enumerado, considerándolo esencial para vida digna, aunque supeditado al cumplimiento de requisitos legales racionales.
Magnitud del Problema en Perú
Cifras alarmantes de cobertura
Más de 1.7 millones de hogares peruanos viven en situación de pobreza energética, según el informe “Dimensionamiento de la pobreza energética del Perú y el rol del GLP” de Macroconsult presentado en 2024. Según el Índice Multidimensional de Pobreza Energética (MEPI) de Osinergmin, Perú registra uno de los mayores niveles de pobreza energética severa en América Latina: 23%.
Dependencia de combustibles contaminantes
La dimensión más visible de la pobreza energética en Perú es la cocción con combustibles contaminantes. Al 2023, el 46% de la población peruana aún cocina utilizando leña, carbón o bosta (estiércol de animales). En zonas rurales, esta cifra supera el 70%. A nivel nacional, aproximadamente el 11% de la población sigue usando biomasa como fuente principal de energía.
Disparidad urbano-rural
La brecha entre zonas urbanas y rurales es pronunciada. Mientras la cobertura eléctrica urbana alcanzó 99% en 2023, en zonas rurales solo llegó al 68%. Además, más de 700,000 viviendas rurales aún no están conectadas al Sistema Eléctrico Interconectado Nacional. Los departamentos con mayor pobreza energética son Huancavelica (40%), Cajamarca (39%), Huánuco (39%), Apurímac (37%) y Ayacucho (37%), principalmente en zonas serranas.
Impacto en la Salud
Enfermedades respiratorias crónicas
La exposición crónica a humo de biomasa es la principal causa de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) en Perú, a diferencia de países desarrollados donde el tabaco es la causa dominante. Cocinar con leña, carbón o bosta genera partículas finas (PM2.5) que penetran profundamente en los pulmones.
Las consecuencias documentadas incluyen:
- Infecciones respiratorias agudas frecuentes, especialmente en menores de edad
- EPOC y enfisema
- Fibrosis pulmonar
- Cáncer de pulmón por exposición prolongada
- Enfermedades cardiovasculares
- Cataratas y ceguera
La Organización Mundial de la Salud estima que la contaminación del aire interior es la cuarta causa de morbi-mortalidad global.
Poblaciones vulnerables: mujeres y niños
Mujeres y niños son los más afectados. Mujeres dedican horas a recolectar leña en condiciones climáticas adversas, exponiéndose a riesgos físicos y de salud. Permanecen en cocinas contaminadas durante horas preparando alimentos, acumulando mayor dosis de exposición. En niños, la exposición impide desarrollo pulmonar normal y causa desnutrición, anemia y bajo peso al nacer.
Impacto en Educación
Ausentismo escolar y bajo rendimiento
La pobreza energética limita oportunidades educativas. En zonas rurales, el 8.1% de mujeres adolescentes no asisten a colegio. Dos mecanismos explican esto: primero, ausencia de electricidad significa falta de internet para educación virtual y búsqueda de información; segundo, niñas deben ayudar en tareas domésticas como recolección de leña.
Brecha digital de género
La brecha digital entre hombres y mujeres rurales es 7%, y solo 19% de mujeres indígenas accede a internet. En Piura, solo 70% de mujeres accede a conectividad. El acceso a electricidad permite iluminación nocturna para estudio, carga de dispositivos para plataformas educativas, y mayor disponibilidad de tiempo al reducir recolección de combustibles.
Impacto Económico y Productividad
Reducción del potencial de crecimiento económico
El acceso a electricidad contribuye estimadamente entre 1.5 puntos porcentuales anuales al crecimiento del PIB, y reduce pobreza entre 15-20%. Poblaciones sin acceso a energía moderna quedan excluidas de oportunidades económicas: no pueden operar negocios que requieran refrigeración o equipos eléctricos, no pueden acceder a trabajo remoto, y tienen menor productividad agrícola.
En comunidades rurales, electrificación se asocia con aumento en matrícula escolar, mayor productividad agrícola mediante uso de maquinaria, y mejores prácticas de almacenamiento de cosechas.
Impacto diferenciado por género
El 40.9% de mujeres que solo completaron primaria no tienen ingresos propios en Perú. La pobreza energética perpetúa ciclo: sin electricidad, sin oportunidades educativas; sin educación, sin acceso a empleos remunerados. La ausencia de servicios energéticos modernos se correlaciona con ocupación no remunerada en trabajo doméstico y de cuidados, impidiendo acumulación de capital humano y económico.
Impacto Ambiental
Contaminación y deforestación
La dependencia de leña acelera deforestación local. Familias con acceso insuficiente a combustibles modernos talan árboles de ecosistemas frágiles. Además, combustión ineficiente de biomasa genera emisiones de carbono negro (aerosol contaminante que acelera cambio climático) y contribuye a calidad de aire degradada local y regional.
Impacto en Seguridad y Vivienda
Riesgo de incendios
Testimonios de comunidades como Los Manglares en Piura ilustran riesgos de seguridad: en 2022 se registraron 52-89 incendios urbanos en la ciudad, muchos vinculados a fogones abiertos o iluminación deficiente con velas/lámparas improvisadas. Familias pierden viviendas, pertenencias y acceso a educación. El subregistro de incendios sugiere problema subestimado.
Dimensiones Específicas Identificadas en Perú
Según estudio multidimensional, la pobreza energética abarca seis indicadores de servicios energéticos mínimos necesarios:
- Iluminación: acceso a electricidad para iluminación segura y suficiente
- Cocción de alimentos: acceso a combustibles limpios (no biomasa tradicional)
- Calefacción: capacidad de mantener temperatura adecuada en clima frío
- Refrigeración: acceso a refrigeración para conservar alimentos y medicinas
- Electricidad para equipos: capacidad de usar electrodomésticos básicos
- Acceso a energía limpia: independencia de combustibles contaminantes
Políticas Públicas: El FISE
Mecanismo actual de protección
El Fondo de Inclusión Social Energético (FISE), creado en 2012, es el principal instrumento estatal para combatir pobreza energética. Se financia mediante aporte mensual de grandes consumidores de electricidad (usuarios libres) más aportes estatales, actualmente alcanzando S/ 28 millones mensuales.
Programa de vales de descuento para GLP
El programa emblemático ofrece vales de descuento (actualmente S/ 20 soles, reducidos de S/ 25) mensuales para compra de balones de GLP de 10 kg. Para acceder, hogares deben cumplir requisitos:
- No estar ubicados en zonas con redes de gas natural operativas
- Ingresos anuales del hogar no superiores a S/ 19,900
- Si tienen suministro eléctrico: consumo promedio mensual ≤ 70 kWh
- Estar identificados en RENIEC
- Poseer cocina y balón GLP en buen estado
Limitaciones del FISE
Aunque ha destinado S/ 1,444 millones a programas, cobertura es insuficiente. Críticas apuntan a que:
- Subsidios son limitados para realmente transformar acceso (S/ 20 mensuales suben mínimamente costo de balones)
- Enfoque ha priorizado masificación de gas en zonas urbanas sobre poblaciones rurales más vulnerables
- No aborda integralmente otras dimensiones de pobreza energética (iluminación, cocción limpia en zonas sin GLP disponible, refrigeración)
Soluciones propuestas
Especialistas proponen enfoque multidimensional:
- Diversificación de energías: utilizar canasta completa de soluciones (GLP, gas natural, electricidad, renovables) reconociendo que en zonas remotas no todas llegan
- GLP como solución inmediata rural: con 6,000 puntos de venta nacionales y red de 100+ plantas de envasado y 3,000 distribuidores, GLP es única tecnología con alcance genuino a comunidades alejadas
- Data actualizada: estudios multidimensionales periódicos para identificar poblaciones específicas
- Coordinación público-privada: sector privado de energía comprometiéndose con programas de impacto real basados en evidencia, no “para la foto”
- Presencia estatal: Estado debe estar presente ejecutando servicios básicos en zonas extractivas, no delegando únicamente a empresas
Desafíos Estructurales
Ausencia de politización del tema
A pesar de urgencia, la pobreza energética ha sido históricamente invisible en agendas políticas y de investigación. Solo recientemente el Congreso incluyó el tema en debates, con diputados como Diana Gonzales promoviendo programa “Cocina GLP Perú”. Esto refleja que soluciones requieren voluntad política sostenida.
Complejidad de implementación
La multidimensionalidad requiere coordinación entre ministerios (Minem, MIDIS, Salud, Educación). Actualmente, intervenciones son dispersas y dirigidas a necesidades energéticas aisladas. Requerimientos incluyen:
- Definición legal de “pobreza energética” que integre múltiples dimensiones
- Marco regulatorio coherente basado en derecho humano al acceso
- Obligaciones estatales de servicio universal claramente definidas
La pobreza energética en Perú afecta a 1.7 millones de hogares, concentrándose en zonas rurales serranas y amazónicas, impactando desproporcionadamente a mujeres y niños. Sus consecuencias trascienden falta de electricidad: genera enfermedades respiratorias crónicas, limita oportunidades educativas, reduce productividad económica, perpetúa desigualdad de género, y expone a hogares a riesgos de seguridad e incendios.
Aunque programas como FISE avanzaron en crear mecanismo de protección, la magnitud del desafío requiere abordaje multidimensional que reconozca complejidad territorial, aprovecha todas las fuentes energéticas disponibles, y asegure presencia estatal efectiva en comunidades vulnerables. Solo integrando soluciones de acceso, calidad y asequibilidad—coordinadas entre sector público, privado y sociedad civil basadas en evidencia—podrá Perú garantizar que todos sus ciudadanos accedan a servicios energéticos modernos necesarios para vida digna y desarrollo.
